La Poesía Que No Cesa: A 28 años de "Mandylion", la obra cumbre de The Gathering



Introducci
ón

Situémonos en contexto. Era mediados de los años noventa y el metal pasaba por uno de sus peores momentos. El grunge estaba por todas partes y la falta de ideas no hacía más que empeorar las cosas. Al mismo tiempo cientos de adolescentes se enganchaban permanentemente al revival setentero de bandas como Kyuss o Fu manchu, mientras que por su parte; Mazzy Star hacía lo propio con un sonido cristalino capaz de tomar la F.M. por asalto, si así lo hubieran querido, pero la caprichosa rueda del destino quiso que no fuera así. Lo que ocurriría después era la apertura de todo un mundo de posibilidades, y unos mancebos neerlandeses no tardarían en darle cuerda a las ideas. Era hora de violar el pacto. Lo resto es historia.


"Mandylion" - La Poesía Que No Cesa


Cuando Anneke van Giersbergen llegó a The Gathering parecía estar inmersa en el deseo de encontrarse consigo misma
. N
ecesitaba de un medio para exhibir esa vena artística que no encontraba cabida entre la candidez de su apariencia y las desgarradoras letras de su pluma (no en vano ocupó la labor de letrista principal en los discos más trascendentales de la banda). Llegar a The Gathering fue lo mejor que pudo haberle pasado. Como si los astros se hubieran alineado para  que todo mágicamente suceda. La banda, de un tiempo atrás, venía vislumbrando un decisivo cambio en su faceta underground. Después de editar "Always..." (1992), los hermanos Hans y René Rutten vieron la imperiosa necesidad de dejar atrás su tan celebrado ingreso al panteón de la fama del death doom metal mundial con una variación radical de su estilo. Primero enfocándose en adaptar la sensibilidad melódica a una esencia que compagine el éxtasis juvenil tan en boga en esos tiempos, y que propiciado por el grunge en cierta medida, fue el punto de arranque para la incorporación de Niels Duffhues como flamante nuevo vocalista en el infravalorado segundo disco de The Gathering llamado "Almost a Dance" (1993).  Lamentablemente este trabajo fue injustamente lapidado a pesar de ser un preludio a la obra maestra que nos compete describir el día de hoy: "Mandylion" (1995). ¿Pero qué tiene de especial este disco?. No son pocos los halagos que le han llovido a lo largo de los años, pero, ¿es realmente tan extraordinario como se predica en los diferentes debates acerca de las mejores transiciones hechas en el metal de los noventas?. 


En primer lugar, la llegada de Anneke van Giersbergen  (1995), coincide con el inicio del auge, que a partir de años posteriores, tendrían las voces femeninas dentro del metal contemporáneo. Su contribución fue la de dotar de una personalidad distintiva a una generación de rock-girls que ansiaban encontrar inspiración en la actitud de una frontwoman con "los ovarios bien puestos", y Anneke van Giersbergen encajaba a la perfección con esta idea, por otra parte; que la banda soltara las pesadas cadenas del doom metal para abrazar estilos más melódicos fue uno de los factores claves para ingresar con fuerza al mercado norteamericano. Su evolución musical iba de la mano con un espíritu joven que construía figuras poeticas sobre la potencia persuasiva de una voz privilegiada. Anneke, y sus cualidades para el canto, no debían ser limitados por sistemas cerrados que le restaran diversidad, y desde el primer minuto, 'Mandylion' rompió con ese paradigma. Ni bien sonaba "Strange Machines" las diferentes vertientes musicales de su composición eran unidas como por un hilo invisible, ¿una mixtura entre el Stoner rock y el dream pop?. De todos modos se renuncia a que el oyente quede reducido a un solo estímulo, llegando a él desde varios frentes con una propuesta que solamente puede ser asimilada si uno se sumerge meticulosamente a todo ese gran matiz musical.

Pero no te confundas porque los  segmentos sólidos no son abstraídos en su totalidad, ya que se siguen conservando fuertes dosis de distorsión en las guitarras, además de incluir teclados ambientales que marcan un contrapunto bastante singular durante todo el disco. La mezcla resultaba de lo más heterogénea, era como caer en un punto muerto sin lograr trascender al siguiente nivel, sin volvernos del todo sólidos o del todo abstractos y viceversa. Era comprensible que las muchedumbres más belicosas soltaran toda su rabia ante una demostración tan tersa de reflexión melódica y en "Eléanor" recibimos esto con inocente perplejidad metalera, ¡y no solo era eso!, en ocasiones se percibe un aura de dramatismo que rápidamente fue asociada con la subcultura gótica. Y como no pensar por un momento en ello, si con "In Motion # 1" hay un intento exacerbado por inducir a que nos cortemos las venas con una galleta de soda. 


Con la llegada de "Leaves" la superposición eléctrica nos abre las puertas a toda una experiencia sensorial, a la creación de un romanticismo urbano que calce con la figura del adolescente del nuevo milenio. Un tema que tras la interpretación de sus versos obtuvo un sentido crucial para el amplio sector femenino que venía interesado por encontrar refugio en un disco sónicamente empático con sus emociones. No se trataba de la búsqueda de una nueva clase de seguidor artificial para la banda, era la conexión con esas diásporas que anhelaban un escenario vital para sus ilusiones (o desilusiones), y en ese sentido; este disco les dio lo que necesitaban a manos llenas, era agradable de escuchar, pero aun así, denotaba estar inmerso en el metal pesado.



Por si esto fuera poco, "Sand and Mercury" se mostraba como una canción extremadamente diáfana que fluía en un avance efectivo y continuo a través del minimalismo progresista, acompañado por una sinfonía melodramática de rasgos definitorios para este disco, asimismo; la acumulación gradual del género ambient diversificaría aún más su paleta de influencias, desde la cual, se asoma un vasto territorio musical en 360º. Al escuchar "In Motion # 2" solo podemos estar seguros de una cosa: la melancolía no tiene remedio, salvo el reconocimiento de que puedes acostumbrarte a ella, y en este sentido "Mandylion" no se proyecta como una simple curita para el raspón, si lo escuchas lo suficiente sentirás un estímulo vital corriendo por tu venas.

Conclusión

"Mandylion" de The Gathering es una obra maestra, que a pesar de cumplir 28 años, sigue sonando tan fresco y radiante como en su debut. Sus intrigantes sombras luminosas deambulan por la espesura del verso de Anneke van Giersbergen y su incomparable conexión con los hermanos Rutten, quienes junto a Frank Boeijen, Jelmer Wiersma y Hugo Prinsen Geerligs, cambiaron el rumbo de lo que hoy conocemos como metal melódico, dando un punto de referencia para todo lo que vino después. Este es un trabajo que tiene que ser revalorado por las nuevas generaciones, para que así logre ocupar aquel lugar privilegiado que se merece.








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