Introducci
ón

Situémonos en contexto. Era mediado de los 90 y el metal pasaba por uno de sus peores momentos. El grunge estaba por todas partes y la falta de ideas no hacía más que empeorar las cosas, al mismo tiempo cientos de adolescentes se enganchaban permanentemente a los sonidos más polvorientos de los años 70 que ahora se veían revitalizados por bandas como Kyuss, por su parte; Mazzy Star hacía lo propio con un sonido cristalino capaz de tomar la F.M. si así se lo hubieran propuesto, pero el caprichoso destino quiso que no fuera así. Lo que ocurrió después fue una oportunidad. La de volverse sabios en un panorama que apenas mostraba sus primeras síntesis, y unos mancebos neerlandeses no desaprovecharían el momento para darle cuerda a las ideas. Era hora de violar el pacto. Lo resto es historia.


"Mandylion" - La Poesía Que No Cesa


Cuando Anneke van Giersbergen llegó a The Gathering parecía estar inmersa en el deseo de encontrarse consigo misma a través de la música
. N
ecesitaba de un medio para exhibir esa vena artística que no encontraba cabida entre la candidez de su apariencia y las desgarradoras letras de su pluma (no en vano ocupó la labor de letrista principal en los discos más trascendentales de la banda). Llegar a The Gathering fue lo mejor que pudo haberle pasado, como si los astros se alinearan para  que todo mágicamente suceda. La banda desde un tiempo atrás venía vislumbrando un decisivo cambio en su faceta underground. Después de editar "Always..." (1992), los hermanos Hans y René Rutten vieron la imperiosa necesidad de dejar atrás su tan celebrado ingreso al panteón de la fama del death doom metal con una variación radical de su estilo. Primero enfocándose en adaptar la sensibilidad de sus letras hacia una esencia que compagine el éxtasis juvenil tan en boga en esos tiempos, y que propiciado por el grunge en cierta medida, fue la puerta de ingreso para la incorporación de Niels Duffhues como vocalista principal en el infravalorado segundo disco llamado "Almost a Dance" (1993), injustamente lapidado a pesar de ser un preludio a la obra maestra que nos compete describir el día de hoy: "Mandylion" (1995). ¿Pero qué tiene de especial este disco?, no son pocos los halagos que le han llovido, pero; ¿es realmente tan extraordinario como se dice y predica en los diferentes debates acerca de las mejores transiciones hechas en el metal de los noventas?. 


En primer lugar, la llegada de Anneke van Giersbergen (1995) coincide con el inicio del auge que a partir de años posteriores tendrían las voces femeninas dentro del metal contemporáneo, su contribución fue de dotar de personalidad a una tendencia en pleno crecimiento, fuera del particular registro distintivo que cada frontwoman desarrollaría individualmente. Esto sumado a un consenso no declarado públicamente para escapar de la cadena de la 'muerte perpetua' y dar un porrazo más accesible pero igual de certero a su propuesta, fue uno de sus mejores aciertos. La evolución marchaba como el gran aliciente para atender una musicalidad de figuras poéticas construidas sobre la potencia persuasiva de Anneke y sus cualidades para el canto. Sin la pesadez como único parámetro a tener en cuenta, "Strange Machines" arranca con la conjetura de vertientes musicales tan disímiles, ¿acaso Stoner rock, dream pop o avant-garde?, de todos modos se renuncia a que el oyente quede reducido al aturdimiento, llegando a él desde varios frentes con una propuesta que solamente se puede comprender desde una lectura pausada.

Pero no te confundas, porque los  segmentos sólidos no son abstraídos en su totalidad, se siguen conservando fuertes dosis de distorsion, además de incluir teclados ambientales que marcan un contrapunto bastante singular. La mezcla resultaba de lo más desconcertante, era como caer en un punto muerto entre el nicho y el éter, como pasar de lo mundano a lo abstracto en un segundo. En "Eléanor" nuestros sentidos son expuestos a una sorprendente perplejidad metalera. Era comprensible que las muchedumbres más belicosas soltaran toda su rabia ante una demostración tan tersa de reflexión melódica. ¡Y no solo era eso!, en ocasiones se escucha una cualidad bastante dramática que rápidamente fue asociada con la subcultura gótica. Y como no pensar por un momento en ello, si con "In Motion # 1" hay un intento exacerbado por inducirnos a que nos cortemos las venas con una galleta de soda. No hay otra definición para esta semi-balada que simplemente calificarla como 'maravillosa'.


Con la llegada de "Leaves" la superposición eléctrica nos abre las puertas a toda una experiencia sensorial, a la existencia de un romanticismo que a duras penas creemos que exista. Un tema que tras la interpretación de sus versos obtuvo un sentido crucial para el amplio sector femenino que venía interesado por encontrar refugio en un disco sónicamente diverso y heterogéneo. No se trataba de la búsqueda de una nueva clase de seguidor artificial para la banda, era la conexión con esas diásporas que anhelaban un escenario vital para sus ilusiones (o desilusiones) adolescentes, y en ese sentido este disco les dio lo que necesitaban de una manera poco antes vista, era agradable de escuchar pero aun así denotaba estar inmerso en el metal pesado.



Por si esto fuera poco, "Sand and Mercury" se mostraba como una canción extremadamente diáfana que fluía en un avance efectivo y continuo del minimalismo progresista, acompañado por una sinfonía melodramática de rasgos entrañables y definitorios para este disco, asimismo; la acumulación gradual del género ambient diversificaría aún más su paleta de influencias, desde la cual, se asoma un vasto territorio musical en 360º. Al escuchar "In Motion # 2" solo podemos estar seguros de una cosa: la melancolía no tiene remedio, salvo el reconocimiento de que puedes acostumbrarte a ella, y en este sentido "Mandylion" no se proyecta como un simple narcótico para el dolor, si lo escuchas lo suficiente sentirás el estímulo de la alegría de vivir corriendo por tu venas.

Conclusión

"Mandylion" de The Gathering es una obra maestra que cumple 28 años, lleno de sombras que deambulan en la espesura del verso de Anneke van Giersbergen, y su incomparable conexión con los hermanos Rutten que junto a Frank Boeijen, Jelmer Wiersma y Hugo Prinsen Geerligs tomaron el mismo rumbo en este proceso de pleno autodescubrimiento. Hoy tenemos la dicha de celebrar con un soplo de positivismo un trabajo que merece ser revalorado por las nuevas generaciones para que así logre ocupar el lugar privilegiado que se merece.