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MANOWAR ha hecho que el imperio
de las montañas retumbe con su música y que sus hijos más dignos se unan en un
abrazo de confraternidad para celebrar una de las victorias más memorables del
verdadero metal en el Perú.


Esto animó a algunos Manowarriors a acampar con varias horas de anticipación con el fin de ocupar un lugar privilegiado dentro de este nuevo campo de batalla. Improvisadas carpas hacían su aparición a primeras horas de la mañana de ese glorioso jueves, cubiertas en su frontis por cúmulos de botellas de ron y latas de cerveza vacías que fungían de barricadas contra el despiadado frio de la costanera limeña. Pasara lo que pasara, estos guerreros aguantarían las inclemencias del clima, la hambruna, el sueño o hasta las arduas horas de espera en una cola de ingreso que se hacía casi interminable y que no haría más que mermar la voluntad de cualquier mortal que tentara siquiera a pisar suelo sagrado, porque ese lugar estaba destinado solo a los poseedores de un corazón de metal determinado al sacrificio antes de ingresar al valhalla y ver como recompensa a sus dioses cara a cara.
Una vez dentro del Arena 1, y tras una
prolongada espera de casi dos horas, por fin cae el telón y los Manowar saltan
a escena cuando el reloj marcaba las 10:00 p.m. en punto de la noche, tras un estallido de
fuegos artificiales y llamaradas incandescentes terminaba la pista
introductoria “March Of The Heroes Into Valhalla”, con
la cual el júbilo y la algarabía inundaba el pecho de todos los asistentes. El
sentimiento era indescriptible y se podía palpar en el ambiente. Muchas
generaciones encontradas, muchos sueños que en ese preciso instante se
transformaban en vítores, en puños en alto, gritos eufóricos o sonrisas
extasiadas que se cortaban perpendiculares al cruzarse con lágrimas que
caían del rostro de los guerreros más veteranos. “Manowar”, “Kings
of Metal", y “Fighting the World” fueron
cantadas a todo pulmón como si no hubiera un mañana, como si no quedara tiempo
para agradecerle a la vida por tener tan honorable privilegio. No era solo
presenciar a una leyenda de la música en vivo y grabar tozudamente el momento
para pavonearse en redes sociales, ¡de ninguna manera!, era enfundarnos en la
armadura del combatiente fiel a sus principios, a sus orígenes, a luchar por
las causas que no están perdidas y que viven en nuestro interior como nuestro
gran amor por el metal, y en este aspecto, la escenografía jugó mucho a nuestro
favor, era imponente, desplegaba teatralidad como fiel reflejo a los montajes
heroicos que se iban escuchando a cada minuto, "Holy War" y "Screams
of Blood" sonaron como nunca, y Michael
Angelo Batio fue pieza clave en este proceso. Su llegada no
es un aporte superfluo para tapar un hueco vacante, por el contrario; todo en
él despliega maestría. Desde su toque sofisticado hasta su calidad indiscutida
para regalarnos solos de guitarra de un vértigo alucinante, todo en Batio
brilla con luz propia, muy aparte de poseer un carisma innato que ha sido como
un complemento para la personalidad de Joey DeMaio, mucho
más fría y cerebral pero de igual grandeza creativa.
No hay palabras
para describir a Eric Adams, es un fenómeno que no le teme a partirse la garganta
como jornalero a tiempo completo con tal de brindar un performance de lujo,
sabe que es un superdotado y domina muy bien las reglas del juego, cuando se
siente asediado evita el sobre esfuerzo sutilmente, "Heart of
Steel" y "Warriors of the World United" fueron
como un llamado a las armas para que lo acompañemos en su cruzada, para que
fuéramos sus escoltas ante tremenda hazaña que acababa de alcanzar. Tal vez el
momento más emotivo de la noche fue escuchar la hermosa melodía andina "El
Cóndor Pasa" interpretada a dueto instrumental entre Michael
Angelo Batio y Joey DeMaio, ambos
enfrascados en un shred brutal que empalmaría directamente con la
adaptación del clásico de Jimmy Hendrix, “Little Wing”.

Después de una manifestación tan expresiva de rapidez, contundencia y sensibilidad, nos llegaría un set determinado a poner a prueba nuestra resistencia, el primer subidón de energía se da con "Hail and Kill" que dejaría restregados por el suelo a varios caídos en batalla, del mismo modo “The Dawn of Battle” no claudicaría ni por un segundo en su avanzada incontenible hasta llegar a “King of Kings” y su magia para diluirse en la estampa de los héroes que colaboraron en su concepción, como el recordado actor británico Christopher Lee quien en su momento presto su voz para esta grandiosa oda sinfónica que ahora era cantada al unísono por un público peruano totalmente entregado a esta increíble demostración de fuerza, velocidad y precisión. Con “The Power” continua esa narrativa épica que siempre ha sido la marca de casa para Manowar y que tanta inspiración le ha dado al power metal contemporáneo, tras su término, se cierra el círculo momentáneamente con “Fight Until We Die” y una descarga magistral de melodías rápidas y poderosas en las que Joey DeMaio punteaba su bajo como si de una guitarra se tratara.

Pasado un breve interludio se escucharían los primeros acordes del himno por excelencia de la banda: "Battle Hymn" cumpliendo la misión de mantener aún viva la llama de los corazones más aguerridos, solo para nuevamente quitarnos el aliento con “Black Wind, Fire and Steel” y llevar nuestro espíritu al límite.
Inicio del concierto en vivo:
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