En un mundo de espejos, de
trastiempos que alteran los sentidos, discos como "Moon Healer" de los norteamericanos Job for a Cowboy son como una ventana perennemente abierta hacia
otra realidad. Una a la que estamos propensos a caer ya sea por la fuerza de
nuestros impulsos inconscientes o empujados por la razón misma. "Moon Healer" en un reflejo inaudito
del tiempo que nos ha tocado vivir, de cómo la revolución psicodélica llega a
la psiquiatría para volverse normalidad sin que podamos entenderla. El disco en
el fondo sintetiza la deriva del pensamiento, el desamparo e incluso la enajenación
mental de quienes, como dijo Jonny Davy (vocalista),
"se embarcan en una búsqueda incesante de una iluminación profunda a
través del abuso incesante de drogas alucinógenas". Es por ello que no es
de extrañar que se viva una epidemia de abuso de opioides y suicidios tan
brutal como no se ha visto nunca antes.
Con este concepto como ancla se suceden
trallazos de una crudeza inmensa, rodeados primero de intrincadas formas que se
desdoblan en ramificaciones de elaborada riqueza técnica y profundidad. Para
ser honestos era necesario que la banda prescinda gradualmente de la influencia
deathcore para adoptar una postura
más progresista, así la discontinuidad de las composiciones más largas y
complicadas se interconectan mejor al flujo de energía constante que inicia con
"Beyond the Chemical Doorway".
La canción impacta, y mucho. Pensar que alguien pasó por esas palidonas de los
mil demonios y casi no vive para contarlo nos hará darnos cuenta del porqué es
tan peligroso adentrarnos al interior de nuestra mente sin tener un mapa de
regreso. Los avances rítmicos que se escuchan están fuera de serie y todos sus
tempos se exhiben fluctuantes, con extraños descansos y cambios a mitad de
camino. La agilidad, los giros impredecibles y el amplio enfoque que
proporcionan Alan Glassman y Tony Sannicandro en las guitarras es
pura cacofonía de avanzada. En "Etched
in Oblivion" ambos violeros parecen estar psíquicamente unificados al
momento de complementarse el uno al otro, pero ahí no acaba la cosa, ya que Nick Schendzielos también cruza el
umbral de las percepciones distorsionadas con un trabajo de bajo severamente
comprometido a reafirmar la autoridad técnica.
En "Grinding Wheels of Ophanim" se pone en marcha una tensión
que saca a la superficie lo que parece ser un perturbador universo personal que
ya se ve mermado físicamente por tanto exceso,
y así como las variaciones de temas como "The Sun Gave Me Ashes So I Sought Out the Moon" o "Into the Crystalline Crypts" van
adoptando diferentes texturas ya conocidas por el grupo, de la misma manera el
aporte del groove, deathcore o hardcore van sumándose a una línea atmosférica que se nutre
de una precisión casi matemática. De
esta manera el popurrí de espasmos psicológicos llega a su fase final primero
con la espectacular "A Sorrow-Filled
Moon". Aquí hallamos que en ese cortejo caótico también se entremezcla una
variedad muy especial de transiciones que
emparentan con las áreas más oscuras de la mente, en tanto que "The Agony Seeping Storm" es
extremadamente sólido y consistente. Con un predominio de los ataques deathers por encima de los melódicos. Esto llega en un momento decisivo para el álbum, ya que "The Forever Rot" pone fin a este
trance de evidentes consecuencias fatales dada su esencia tímbrica netamente melancólica; sin
embargo, hay ligeras esperanzas melódicas en un epílogo que resulta en su
conjunto tan fascinante como vivaz, tan lírico como reflexivo, ¡y todo hecho con precisión científica y sabiduría espiritual!. “Moon
Healer” de Job for a Cowboy es magnificencia en estado puro. Justo lo que me recetó el
médico.
Lista de Canciones:
06. A Sorrow-Filled Moon
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