La bestia noruega Blood
Red Throne vuelve en su mejor momento con un disco efectivo bajo la
manga. No hay mutante, lo suficientemente domesticado, que pueda adentrarse en
"Nonagon" sin estremecerse ni alabar los incuestionables
méritos de esta producción elaborada desde las entrañas más profundas del black death metal noruego. "Nonagon" tiene la eficacia de una
telaraña perversa que atrapa desde el primer instante con sus muchos hilos
ocultos, mientras que la brutalidad, técnica y melodía, te someten a un
crescendo que se administra con habilidad y con resultados ciertamente
apabullantes.
"Epitaph Inscribed"
arroja su masa podrida sobre un arte sonoro que surge ahí donde otros se arrastran
en decadencia. El tema, a pesar de detenerse demasiado en los términos medios,
logra arder al máximo como un fogón de muchas brasas, haciéndote vivir una
sensación ultraterrenal en todo momento. De
por si las letras hacen eco de la cultura death-tech
de su tiempo y plantea una degeneración existencial tras algún tipo de
holocausto apocalíptico, y como para darle cuerda al asunto, la música
sigue los rastros que conducen a la genialidad distópica de bandas como Deed of Flesh a la hora de ponerle soundtrack a aquellos mundos de
pesadilla. "Ode to the Obscene" continua dándole carroña al monstruo
de tres cabezas (brutalidad, técnica, melodía,) que nos aprisiona entre sus
fauces haciendo de nuestros huesos polvo. La concatenación de despropósitos
sigue en "Seeking to Pierce" que deriva a partir de construcciones
rápidasy una amplia variación de
secuencias thrashers orientadas al
impacto certero, "Tempest Sculptor", por su lado,
es un vaivén de entretiempos que lleva un sentido armónico subyacente, bastante
bien manejado por la guitarra solista, que por cierto; sabe lucirse tanto a la
hora de meter breakdowns cortantes,
como al momento de enganchar oídos con algún solo melódico. "Every
Silent Plea" no pierde comba en ningún momento al estar
elegantemente secundada por arreglos impecables que no se someten en ningún
momento al yugo de la linealidad, pero lo realmente genial llega ni bien se
escucha "Split Tongue Sermon", aquella sucia mezcla de pus y sangre
que se te queda atorada en la garganta.
Es la mejor canción del disco y viene cargada de paradojas que incluso se remontan a la etapa death-industrial de la banda, allá a inicios de los dos mil. "Blade Eulogy" tiene un desenvolvimiento tan descarnado que nunca logra alcanzar su momento cumbre. Todo es una montaña rusa de ráfagas y fogonazos deathers que colapsan con el contraste entre las secciones más groovy y las más melódicas, lo que produce un efecto electrizante que debería atraer a muchos oyentes que normalmente no se interesan por las variedades más oscuras del metal, y esto también se puede palpar en la escalofriante, impredecible y lapidante "Fleshrend" el punto final para esta gran gema renegrida que oscurece hasta lo más hondo del infierno.
"Nonagon" de Blood Red Throne es una composición
magistral que te hiela la sangre, sin dar siquiera chance de escapatoria, a quien
se le cruce por su camino.
Publicar un comentario