
Ellos se
definen como Death Metal Alquímico, y me cuesta creer que estén cerca de
dar en el blanco. Si los ucranianos de Tria
Prima están haciendo esto deliberadamente, han entendido que el
metal extremo puede ser una herramienta poderosa para cambiar percepciones
—incluso la suya propia—, y con ‘Three Primes of Alchemy’ no buscan encajar en lo real: quieren moldearlo. Y creo que van por
buen camino con esta antesala a su larga duración, programada para editarse a
mediados de 2025.
Pero concentrémonos
en ‘Three Primes of Alchemy’.
Sus puntos fuertes radican en una devoción
casi religiosa por crear un lenguaje críptico que invoque, transmute y
revele esa base cruda que aún no ha sido purificada. Por un lado, tenemos un 80% de decadencia oscura y pesada, del tipo Obituary o Asphyx, y por otro, un 20% de atmósfera fantasmal que flota entre
la agonía doom y el Dungeon Synth. Pero no es un Dungeon Synth
común y corriente: además de recibir inspiración barroca y medieval, los teclados encierran un frikismo al servicio de la fusión de elementos. Escuchas el
inicio con ‘Solar Sulfur’
y ya percibes la bruma mortal que se cuela entre los susurros rituales de la
vocalista invitada Anira. Sus acompañamientos limpios, tipo ghost
choir, parecen alzarse por encima del resto de la mezcla como una dulce
maldición que te atrae y no te suelta.
‘Philosopher's Mercury’ es una canción de taberna para alquimistas alcohólicos. Tiene un filo groovy que calza bien
con las guturales cavernosas en clave death 'n' roll del vocalista,
aunque al combinarse con los teclados puede generar una ligera desproporción.
De todos modos, lo mejor de la canción
está en la distorsión de una guitarra que rechina como un portón oxidado abriéndose de par en par, justo antes de que ingresemos al interior de algún laboratorio oculto del siglo XV. Después de varios minutos de riffs
lentos y oscuros, secciones corroídas por el moho y algo de groove ceremonial,
llegamos a ‘Witchcraft Salt’, que
representa un prodigio casi sobrenatural donde el death metal se desata a duelo con una guitarra shred en una
variedad de modos exóticos alucinante. De lejos la mejor canción hasta ahora.
'Deathhammer', cover de los neerlandeses Asphyx, cierra este trabajo que, a mi parecer, ha tomado el peso ancestral del metal extremo, el doom más denso, el death más afilado, y el hermetismo más freak, para crear este códice extremo hecho por músicos que seguramente ya tienen el alma vendida a alguna distorsión superior. Esperemos que el próximo disco contenga canciones inéditas y con la misma pegada que las escuchadas en esta ocasión.
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