Vencer o Morir será el tercer disco de la banda Yana Raymi
Desde la ciudad de Huancayo emerge nuevamente los sonidos folk metal de la banda Yana Raymi. La banda luego de un espectacular álbum 'Yana Allqo' lanzado el 2017 esta vez sorprenden con dos adelantos de lo que será su nuevo álbum titulado "Vencer o Morir".
El primer adelanto de la banda es "La Marcha de los Wankas" una canción que recorre el ímpetu de los ancestros wankas, musicalmente destaca la velocidad y los instrumentos nativos como la quena y zampoña encadenándose en un himno de guerra.
El segundo tema promocional titulado "El gigante de ojos blancos" en honor a Javier Castro, un poblador de Huancayo quien a pesar de vivir en un mundo de oscuridad supo brindar luz y consuelo por las almas en su paso hacía el más allá, y a su vez brindaba consuelo a sus familiares.
Ambos temas fueron grabados y mezclados por Julio Huaroc y Sonus 58 en colaboración con Ernesto Peña y El Templo.
"Vencer o morir" será el tercer álbum en su discografía y traerá 10 canciones construidas dentro del heavy folk metal.
Indorazaes de
aquellas bandas que quedan grabadas en tu memoria a partir de un impacto único.
Su música ha logrado plantar cara al foráneo y llevar a la palestra nuestra
cosmovisión andina con tal excelsitud que es imposible dejar de describirla con
esmero, es por ello que Dargedik te
trae un resumen detallado de todo lo que debes saber de "batallón №
10" una canción emblema para esta joven banda huancaína que muy pronto
llegará a Lima decidida a conquistarnos con los temas de su más reciente EP ‘Sendero
de venado’, además de incluir canciones de su próxima producción en un repertorio con el que conoceremos
las costumbres y tradiciones que dan
forma a su música, para así vivirlas, interiorizarlas y difundirlas con el
mayor orgullo.
Catalina Huanca, reina de nuestra legión
Catalina Huanca es una figura rodeada de
misterio, sobre su vida se han tejido múltiples relatos que hasta el día de
hoy pueblan el imaginario popular con mucha realidad y ficción de por medio,
así que si pretendemos reconstruir los fragmentos de su historia hay que tener
en cuenta la primera mención que el escritor peruano Ricardo Palma hace de ella
en su libro "Tradiciones Peruanas", en donde se la describe como una
mujer inteligente y de un carácter decidido a enfrentar las difíciles
condiciones de vida en el Virreinato del Perú. Fue heredera de una gran fortuna
que le ayudó, en cierto modo, a conservar su estatus como
descendiente del curaca Apo Alayoy, y mantener en vigencia una serie de
acuerdos que le valieron para hacerse con el curacazgo de los pueblos
pertenecientes al Valle del Mantaro, la mayoría ubicados en lo que hoy
conocemos como la provincia de Huancayo, volviéndose su protectora y ayudando a
la población a subsistir dentro de la marginalidad impuesta por el régimen de
facto. Su actitud piadosa para con los pobres y su profunda fe cristiana fueron
el aliciente que la motivó a donar considerables sumas de dinero para la
construcción de iglesias y hospitales, ¿pero de dónde provenía tanta riqueza?.
Se cree que Catalina Huanca era conocedora de cuantiosos tesoros pertenecientes
a los últimos incas, dichas creencias eran avivadas por las exorbitantes
cantidades de oro y plata que trasladaba desde su natal San Jerónimo hasta
diferentes punto de Lima en una especie de caravana de la solidaridad que no
dejaba ninguna obra inconclusa o desvalido por socorrer en su largo tránsito desde los andes hacía la capital, siendo los cerros del
Agustino la parada final de una comitiva celebrada hasta el cansancio en todo
lugar donde la curaca huanca se asentaba. Es justamente en los cerros del
Agustino en donde se presume que está escondido parte de ese gran tesoro, y no fueron
pocos los que intentaron resolver el enigma que suscita esta historia excavando
innumerables veces la zona, siempre con infructuosos resultados. Tal vez los orígenes
de Catalina Huanca no se esclarezcan jamás, la leyenda nos dice que pudieron
existir múltiples "Catalinas Huancas" en un multiverso que comprende un
periodo de casi 300 años, y aunque suene surrealista compararlo con el ámbito superheroico,
cada una de ellas pudo ostentar el titulo bajo una identidad oculta que recuerda a la de una heroína enmascarada adelantada a su tiempo. Sin lugar a dudas una historia fascinante.
El batallón № 10 y Cáceres, el taita inmortal
La guerra con chile fue un
acontecimiento que cambio el destino del Perú para siempre, y cada nueva
generación vuelve a ella con una mirada derrotista de la contienda. Son esas
secuelas psicológicas las que han pervivido hasta el día de hoy a pesar de lo
injusto que es hablar de vencedores y vencidos en una guerra donde se obtuvo tanta
muerte y destrucción en ambos bandos por igual. Pero muy por el contrario a lo
que se piensa, la historia nos recuerda que esto no tiene por qué ser así. En
el interior del país se guarda un recuerdo victorioso de la guerra con chile en
virtud a las hazañas alcanzadas durante la 'Campaña de la Breña' y a la lucha
heroica de la resistencia peruana contra el invasor. Esto no hubiera sido posible
sin el liderazgo de Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, el brujo de los andes, un hombre al que le fue dado el privilegio de conocer dos realidades
íntimamente. Por un lado la de su herencia española, mientras que por el otro; tuvo una conexión inmediata con el mundo andino debido a su parentesco con
la famosísima curaca Catalina Huanca, tal vez de ella heredaría esa postura
imponente que le valió el apelativo de ‘Taita’ por quienes formaron sus
improvisadas huestes de combate, la mayoría de ellos campesinos de zonas recónditas de nuestro país, que más que
conformar un ejército organizado, se unirían a los esfuerzos de la guerra en
rusticas milicias improvisadas y desprovistas de toda experiencia militar, pero que al mismo tiempo rebosaban de un compromiso incondicional para defender nuestra patria. Entre muchos de estos destacamentos
resalta uno en especial: el batallón Nº 10 de San Jerónimo, un grupo en donde
todos sus integrantes ocultaban su identidad haciéndose llamar por apodos para
inmiscuirse en las líneas contrarias, vestidos de pordioseros empleaban novedosas tácticas de espionaje para no ser descubiertos por el enemigo. Un ingenio muy peruano movido por el
intenso fervor patriótico que perdura hasta nuestro días a través del conocido
baile de los ‘Avelinos’, una danza que representa a los montoneros que lucharon
valientemente contra el ejército chileno al mando de Cáceres, un hombre que
siempre creyó en el triunfo a pesar de las situaciones adversas durante este oscuro
episodio bélico, porque como dijo el mismo: “…es
necesario oponer al invasor la mayor resistencia posible, y tratar de hacer
comprender al enemigo, que aún después de nuestros desastres, es el Perú
bastante terrible para el que pretenda humillarlo”.
Wanka Walash Soy
El Perú es un país
pluricultural con un legado increíblemente rico, a donde dirijamos la mirada
encontraremos una variedad de identidades artísticas únicas construidas desde
la tradición. Solo basta echar un ojo a las numerosas danzas que engalanan las
fiestas patronales de nuestros pueblos, esa vitalidad con la que se viven los
carnavales y el colorido de sus vestimentas, el jolgorio del enamoramiento en
el festejo comunitario de la trilla de arvejas o esa astucia casi picaresca de
la danza de guerra de los ‘Avelinos’ del distrito de Tunán y su temperamento para escenificar la lucha
de un pueblo decidido a recobrar el orgullo perdido en la infausta Guerra del
Pacífico. Todas estas manifestaciones poseen una singular carga de significado
cultural y "Batallón N°10" de Indoraza es la síntesis de la
interculturalidad de nuestro tiempo, en plena era de la globalización la música
se desliza desde sus márgenes autóctonos para crear una fusión rebelde que
compagine con la marginalidad del metal pesado. Indoraza en este sentido no
solo electrifica el folklore, ellos mantienen los vínculos de sus raíces huancas
inamovibles con el uso de instrumentos como el saxofón, el violín, la zampoña
o el clarinete, liderando un movimiento contracultural que redefine la idea de
unidad en la música. No queda más que expandir las mentes en un proceso de descentralización
musical que trae consigo la honra de una marcada identidad nacional.