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Una horrible acumulación de profecías caníbales llega a nuestros oídos con "The Continuous Nothing", segundo disco de la agrupación chilena Coffin Curse. Un disco que de cabeza lanza al metalhead más cuerdo a los bajos fondos de la perversidad, lugar en donde será participe de los oscuros rituales que dominan este submundo de pesadilla. Son ocho canciones que profesan una desmedida devoción por el tufo clásico del metal extremo. Cada corte emerge entre gases tóxicos y hierros retorcidos para explorar temerarios espacios provistos de una negritud gregaria asociada a lo primitivo, aunque todo sea controlado por la jerarquía de un death metal, tan parametrado, que fácilmente puede servirnos de brújula durante esta breve bajada a los infiernos.



"Thin the Herd" tiene una gran dosis de morbo, de ese impulso malsano que te llama a destapar un cadáver cubierto de periódicos en medio de la carretera. Es un tema delirante y ampliamente ilustrado por la brutalidad de Max Neira y Carlos Fuentes, ambos no dudan en hacer eco del black metal para tejer sus propios segmentos de acompañamiento, por su parte "Bacchanal of the Mortal" convierte nuestra mente en un santuario de presencias extrañas que son lideradas por el sugestivo planteamiento de Max en la guitarra, los solos encierran una compleja mascarada llena de ambages turbios que se van degenerando conforme los crujientes riffs de trémolo van dominando la situación. "Deceased Races" funciona mejor racionando la velocidad con el fin de construir tensión de forma escalonada, regalándonos con ello amplias oportunidades para el headbanging, a su vez, "Reeking Filth of Ages" es fiel a los rasgos musicales esenciales del álbum: ser explícito y sin concesiones a la hora de musicalizar el catálogo de amputaciones, dolor y muerte que predominan en el bagaje lírico, pero justo cuando el pulso nervioso se encuentra al límite, Coffin Curse enciende el turbo y pasa a la máxima potencia con temas como "Primitive Doctrines Crushed" o "Mauled by Unseen Atrocities", canciones que van a contracorriente con el ritmo y la progresión.



Como ya lo había dicho antes, la idea es aprovechar, alentar y explotar no sólo el morbo sino todos los más bajos instintos, pero de una forma tan devastadora, que nadie quedará a salvo de ser arrastrado por el fango de “Among the Suffering Souls” o la depravada “The Dead's Deafening Silence”. Difícilmente se puede ser más hábil a la hora de utilizar la aberración como eje y representarla con tanta virtud como se escucha en “The Continuous Nothing”.