Dargedik Rock Metal Webzine

                     

La tumultuosa genealogía del metal negro parece expandir su diáspora maligna en direcciones que hasta hace unos años eran impensadas, alejando el concepto fuera de taxonomías de visión angosta para acercarse a la cromática del rock convencional, de sonido más limpio, hipnótico y hasta cierto punto impregnado de un romanticismo minimalista que no se despega del vaivén de lo contemporáneo. En este sentido es fundamental la heterogeneidad con la que se hace uso de herramientas poco ortodoxas como el desprendimiento melódico, para así sonar convincente a oídos fundamentalistas allegados a la brutalidad extrema, pues si algo es cierto es que no existen sonidos puros como tal y abordar súbitamente dimensiones sonoras aparentemente inconexas es un proceso tan significativo que puede derivar en contradicciones que generen odios muchas veces irracionales, no obstante y como lo pensaría en su momento el visionario del siglo XVIII William Blake: "El deber es crear un sistema propio o ser esclavizado por el de otro hombre", aunque esto no garantice el reconocimiento inmediato, el resultado final sí que vale la pena si se busca desbloquear la mentalidad mecánica que ahoga oportunidades.

                       

Tener una visión así de progresista ha sido el pacto hecho por el dúo de Minneapolis INEXORUM, conformado por Carl Skildum y Matt Kirkwold, quienes ya venían con dos buenas producciones a cuestas. La primera llamada "Lore of the Lakes" (2018) y luego "Moonlit Navigation" (2020) que fácilmente podrían catalogarse como demostraciones  usuales de Black/death metal melódico, sin embargo; irse por las ramas les ha dado la oportunidad de acrecentar la capacidad de su música y evitar que sea sepultada bajo las rígidas formulaciones doctrinarias. Su más reciente producción: "Equinox Vigil" comulga con los horrores fractales de la divina imaginación siguiendo el quebrantamiento de la ley marcial que proclama "la brutalidad por encima de todas las cosas", escuchas  "Creation Myth" e interpretas instintivamente que hay un desvinculación gradual de los patrones que dominan al black metal hegemónico. Hay una ligereza en la guitarra que no rechaza la distorsión y que complacerá igualmente a aquella infame turba de trasnochados seguidores del underground. "Equinox Vigil" es consciente de los inconmensurables riesgos de seguir al farol que arde incandescente frente a nuestros ojos y que puede ser guía al final del pozo o un limitante cegador que nos puede quemar las pestañas por exceso de luminosidad, sin embargo; el haz de luz no invisibiliza a la penumbra obstinada en no abandonar sus funciones fantasmales para provocar un temor profundo. En "Until There's Nothing Left" se sigue trabajando bajo este doble influjo biaural de  metal extremo y efectos retardados de ecos y resonancias etéreas que te envuelven de un aura noir propia de nichos salidos del soft rock.

"Dark Sky Sanctuary" tiene una similitud relativamente aparente que bien podría ser un relevo a lo realizado por Dark tranquillity en "The Gallery". Eventualmente su atrevimiento resulta en éxtasis, poco después la dinámica seria reemplazada por ritmos menos aguerridos como en "Secret Language" en el que se desprende una pesadumbre hecha de melancolía, romanticismo y fractura emocional, ¿puede ser su letra  una suerte de solución final al irresuelto vacío existencial? o ¿es necesario aislarse del mundo podrido que nos rodea?, "Memoriae Sacrum" tal vez sea una respuesta  al sentimiento que perdura después de la muerte física. Llegado "On The Last Day", y al igual que en los últimos dos temas, el intimismo tiene una relevancia mucho mayor. El teclado  aporta rasgos de dream pop oscuro que posibilita una mirada nueva que al igual que en el tema que cierra el disco titulado "Such Impossible Sights" pone bajo la lupa este choque de fuerzas que se compelen a seguir el camino trazado por la tradición y el progresismo, allí es donde radica el principal interés a mi parecer, esa es la idea general de esta obra que puede y tiene los recursos para acaparar tanto el interés de los puritanos como de los aventureros circunstantes al black metal experimental. 

No hace falta estar bien marihuano para tener una óptica retro futurista abierta a transformar elementos dispares en un todo comprensible. Y cuando hablamos de propuestas musicales, el desafío de la creación es elaborar un "todo" que no solo tenga sentido para uno mismo sino también para un determinado grupo de personas con un interés en común. Dentro del convulso submundo metálico existe tal variedad de aficionados que cada uno encierra gustos tan peculiares que a veces rayan con lo excéntrico. Desde jugadores empedernidos de "Calabozos & dragones", pasando por coleccionistas de mangas de fantasía oscura como Berserk o ávidos lectores de artículos científicos netamente nerdy, todos pueden llegar a interconectarse si se encuentran con narrativas sencillas pero eficaces para atraer su atención. Y esto puede suceder con "Winds of The Cosmos" última creación de los norteamericanos de Celestial Wizard, los de Denver-Colorado llevan desde el 2018 creando su propio mundo de fantasía,  lleno de singularidades en su propio espacio tiempo.



Primero con el album debut "A Sinister Awakening"(2018) donde se advierte un escenario casi apocalíptico que al mismo tiempo se torna atemporal, futuro y pasado se interconectan tanto en temática como musicalmente, porque esa gracia para unir el power metal con géneros extremos ha sido siempre su mayor virtud, digamos que su ancla que los posiciona en un lugar fijo y estable ante la marea de cambios provenientes de los arrecifes metaleros. Este año "Winds of The Cosmos" no se aleja de esas latitudes, desde su inicio con "Andromeda", el sintetizador nos coloca en zona de despegue hacia el espacio sideral, con este primer montaje se rompe la hegemonía a golpe de geometría sónica, le sigue después "Revenant" donde cada aporte melódico tiene una contraparte más pesada que fuerza al contraste en ese tapiz uniforme que el armazón rítmico encuadra para el papel que desempeña cada instrumento. Hay también fuerte énfasis por generar atmosferas épicas en las repeticiones efervescentes de verso y coro, además de los punteos de la guitarra solista que se nutre de fuentes clásicas de forma recatada y compacta. 

El tercer tema de nombre "Ice Realm" fue lanzado como primer single de este disco y su promoción fue lo bastante generosa para reafirmar su potencial. Su dirección esta avocada abiertamente al thrash metal con ciertos toques melo-death, pero en ningún momento se encapsula la cuota power metal de un inicio, es más; este elemento es canon clásico en su contexto de epopeya metalizada. "Powerthrone" representa la disolución de falsas fronteras, nuevamente una comedida intervención de los teclados nos regala un momento para la confidencial languidez, su secuencia creciente y esa transformación gradual de sus secciones  harían incluso a los mismísimos Dark Tranquilly palidecer ante el dejavu de sus años mozos. Un tema escultórico que representa lo mejor de este álbum junto a "Scourge" que  en sus propios términos se acerca al death & roll clásico, aunque el nervio musical persiste con secciones rítmicas heavy, contrapunteos de doble entrada y esos coros avalentonados que vuelven del exilio para integrar un nivel compositivo más profundo. 

Intencionalmente malsana y desde las periferias más oscuras de Canada llega CULTIST, con un aura malévola llena de ángulos conocidos pero con una amplitud que ya se preveía desde su primer EP lanzado en 2018 llamado “Cosmic Tomb”. Esta vez el mapa sonoro muestra la existencia de crecimientos  disarmónicos de choque, propiciados y mantenidos por una estructura death metal de corte europeo ya conocido en sus anteriores trabajos y que será la adoración de aquellos seguidores de los primeros Asphyx o de los tan venerados Convulse.  Porque es muy evidente que este nuevo trabajo de nombre  “Manic Despair”  desprende, cual niebla fantasmagórica, un aspecto efluvio con olor a putrefacción, además hay muchos valores distintivos que hacen más que especial a este álbum, el primero es el trabajo impecable y despiadado de su vocalista: Vanessa Grossberndt quien canta con una compunción que martiriza los oídos desgarrando rutinariamente la carne descompuesta para vomitar coágulos sanguinolentos. Otro aspecto interesante es el lírico, ya que hay un tratamiento conceptual que no se limita en crear solo odas a las tripas y demás menudencias, hay cierta transversalidad en temas fuera del ámbito metalero, como la capacidad reflexiva vinculada con un sentido moral y ético aunque para el común denominador seamos justamente los metaleros los antisociales y sociópatas por excelencia (pobres infelices prejuiciosos). 

Desde que se da comienzo a este disco con “Manic Despair” ya se siente un  halo incontenible de espesura opaca, y las metáforas espaciales del sonido nos trasladan hacia el metal de la muerte de finales de los ochentas e inicios de la década siguiente. Los instrumentos son medios que recorren el naciente/agonizante páramo hacia la moderna idea de una mejora masiva con respecto a fidelidad del audio aunque no vaya más allá de funciones específicas de mezcla y producción.En “Synesthesia” se va soltando aquel nudo en el apartado instrumental, la batería arranca súbita su incursión hacia la borrasca con una re-ecualización del bombo para el ataque blast bets, el aporte del bajo se hace constante y llamativo, lo cual rectifica la habilidad de Vanessa Grossberndt para cantar y tocar el instrumento al mismo tiempo sin soltar el aire mientras que sus líneas de bajo saltan y se acoplan con suma agilidad.  “Vicissitudes”  se gana a golpe de hacha cada pliegue de terreno, la guitarra a cargo de Brodie Wylie y la batería con Jim Petigo se disputan los emplazamientos palmo a palmo, una canción instrumental que recuerda a los momentos más doomer de Asphyx combinados con la velocidad endiabladamente thrash de los americanos Possessed.




“Triumph” tiene el alma podrida al detalle, con una guitarra chirriante que  pareciera forzar aquel vinculo  ancestral entre el Doom prístino y todas aquellas vertientes extremas y no tan extremas que copularon ideas tan novedosas a finales de los 70tas. En “Missing a Soul”  esta vez se le hecha tierra a las tonalidades bajas y se prioriza el vértigo, lleno de parajes desesperantes y  solos de guitarra  fantasmagóricos que encajan muy bien con aquellas letras que justamente son un reflejo metafórico de la convulsa mente de quienes son incapaces de interpretar situaciones desde otro ángulo. Un tema redondo y que representa muy bien las capacidades técnicas de sus componentes y de la propuesta que se lleva a cabo, además de tener un interesante video-lyric lanzado como single oficial para este disco.

Con “Regression”  los muertos salen de sus tumbas, aquel Doom metal que se pensaba en ruinas bajo el epíteto de la velocidad rompe el ataúd para cogernos del cuello. Finalmente escuchar “Vexatious Seizures of Though”es un desolador final de incontestablemente maestría que te sumerge a un eterno invierno del alma, donde la luz del sol ha sido casi desterrada. ¡El  zozobrante tramo final  te congelará el espinazo!

Con Cultist el Death metal se mantiene tan joven y tan escalofriante como en sus primeros días. La ambientación opresiva, asfixiante y malévola es admirable, se mete en los huesos y te hiela la sangre. ¡666 recomendable!